domingo, 20 de diciembre de 2009

Cadena de probabilidades

Una de las cosas bonitas de saber vivir la vida es no permitir que las cadenas de las probabilidades me aten. Estaba reflexionado sobre este tema mientras esperaba a unos amigos en una plaza para irnos a tomar el aperitivo.

Muchas veces me vienen flash a la cabeza que me hacen pensar y que me asalte la típica pregunta: -¿quién me lo iba a decir que yo iba a vivir en otro país, que me integraría completamente en otra cultura y que estaría compartiendo con amigos que jamás me podía imaginar que les conocería?-

Es ahí cuando me reconforto por saber lo interesante que es vivir la vida sin atarse a las probabilidades, porque aun yo crea que tengo las condiciones suficientemente estable, es muy difícil medir los resultados que voy a conseguir en determinadas situaciones.

Entiendo que este es un tema complejo porque se puede asociar con el de crearse metas y objetivos en la vida, pero aun en ese terreno, cuando nos planteamos algunos objetivos siguiendo datos estadísticos, y digo más, hasta en ciencias exactas como la física, o la matemática, siempre existirán las probabilidades, diversas casualidades que se deben tomar en cuenta para poder sacar conclusiones sobre sucesos potenciales.

A quién no le ha pasado que después de calcularlo todo, tenerlo todo milimétricamente organizado, actuar con la seguridad que nos va a salir algo tal cual lo hemos planificado, al final aparece ese elemento casual que trastorna todo lo que tan meticulosamente habíamos organizado.

Como hay muchas situaciones en la vida en las que de ninguna forma podría determinar los resultados antes que se produzcan, por eso es que con el tiempo he aprendido a vivir ciertas situaciones sin pensar en las probabilidades ya que es la única forma la que puedo disfrutar de esas situaciones a plenitud.

Comparto esta historia que demuestra lo que condiciona las relaciones sociales cuando nos dejamos llevar de las probabilidades:

Por si acaso

Un anciano está haciendo cola para subir al autobús y un joven que está detrás de él le pregunta:

-Perdone, ¿tiene fuego?

-¡No!- le contesta algo enfadado el anciano.

El joven piensa: «No me muerdas», y pide fuego a otra persona.

Unos minutos más tarde, el mismo anciano ¡enciende un cigarrillo! Así que el joven le dice:

-Oiga, ¿por qué me ha dicho que no tenía fuego cuando está claro que sí?

-Verá usted –responde el anciano-, Si le hubiera dado fuego, es probable que usted y yo nos hubiéramos puesto a hablar. Y si nos hubiéramos puesto a hablar, es probable que hubiéramos acabado sentándonos juntos en el autobús. Y si nos hubiéramos sentado juntos en el autobús, es probable que hubiéramos acabado conversando. Usted parece un tipo agradable y es probable que hubiera empezado a caerme bien. Y entonces, podría haberle invitado a bajarse en mi parada para venir a mi casa a cenar. Y si usted hubiera venido a cenar, es probable que hubiera conocido a mi hija. Y si hubiera conocido a mi hija, es probable que hubiera salido con ella. Y si hubiera salido con ella, quién sabe, una cosa lleva a la otra, y es posible que todo hubiera acabado en boda…y ¡Yo no quiero que ella se case con alguien que ni siquiera puede comprarse un encendedor!

Hanock McCarty

1 comentario:

Gracias por tu comentarios, para mi son fundamentales porque forman parte de los componentes del combustible que voy a utilizar para seguir escribiendo en mi blog.
ATENCIÓN: ten presente que si no estas suscrito en mi blog, o no tienes cuenta en gmail, tienes que elegir la opción en Comentar como: Anónimo . En este caso recuerda firma con tu nombre en el comentario para poder identificarlo.