jueves, 17 de septiembre de 2009

La tristeza por el bien ajeno

Recientemente hablando por teléfono con mi hermana Mayra en República Dominicana, estuvimos reflexionando sobre las personas que se alejan cuando compartes con ellas las cosas positivas que estás viviendo.

Mayra me contaba que después que se retiró de trabajar como empleada para dedicarse a su propio negocio, ha visto como muchos amigos y amigas, a pesar de que ella les ha invitado a compartir sus logros, ofreciéndoles inclusive de forma gratuita, hospedarles y que disfruten del proyecto inmobiliario que ha construido en Punta Cana, ha recibido como respuesta la desilusión por el alejamiento de esas personas de las que ella pensaba que podía compartir las verdes y las maduras.

Yo por mi parte, también le contaba que curiosamente había descubierto recientemente, que muchas veces cuando cuentas tus penalidades a las personas que crees que puedes compartir esos temas, ves como algunas de esas personas se acercan y hasta cierto punto se “solidarizan” contigo, pero que me parecía raro eso de que si les cuenta a esas mismas personas de tu bienestar y de tus proyectos futuros, lo que hacen es alejarse o cuando menos te muestran su indiferencia.

Esta indiferencia que para mi era un fenómeno raro, pero que luego de analizarla en profundidad he comprendido que es un fenómeno que estaba bautizado, que milita en la tristeza o en el pesar del bien ajeno, su nombre es Envidia y de apellido Resentimiento.

Por esa ascendencia que tiene la envidia del resentimiento, puede ser que esa “solidaridad” que en su momento me manifestaron esas personas, era realmente una muestras del sentimiento que no busca que me vaya mejor, sino lo contrario, que me vaya peor. 

Se que con estas declaraciones puedo parecer un terrorista de las buenas intenciones, pero también espero que se entienda que cada quién sabe donde le molesta el callo en el zapato, y por eso me atrevo hablar en estos términos cuando me calzo ciertos hechos.

Ese sentimiento que desde siempre lo había escuchado en el ámbito coloquial como algo común, envidia, quien la profesa, jamás producirá nada positivo, sino todo lo contrario, una insalvable amargura toda su vida.

Puedo recordar la gran cantidad de veces que alguien me ha podido decir: «no hagas caso, que esas son personas envidiosas». Lo que no sabía es que la envidia más que una expresión coloquial como me lo parecía, tenía una acepción de pecado capital según San Gregorio Magno el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia católica romana; quien selecciono los siete pecados capitales, y que se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media.

Pero fuera de esa clasificación de pecado capital dada por un Papa, lo que verdaderamente me ha aterrorizado es la tipificación que hace la psicología de las personas envidiosas, argumentado eso de que las personas envidiosas necesariamente se disfrazan o se ocultan, y no sólo ante terceros, sino también ante sí misma. La forma de ocultación más usual es la negación: se niegan ante los demás y ante si mismo sentir envidia.

Así que por lo visto, una persona envidiosa tiene más peligro que la Gripe A/H1N1, porque para esta gripe puedes tomar precaución y hasta te podrán vacunar, pero cómo vacunarse de las personas envidiosas ¿quién me lo dice?

Quiero citar textualmente como en psicología define la envidia y a las personas envidiosas:

La envidia revela una deficiencia de la persona, del ser envidioso, que no está dispuesto a admitir, y que se puede saber de qué carece el envidioso a partir de aquello que envidia en el otro.

Todo sujeto, en tanto construcción singular e irrepetible, es original, siempre y cuando no se empeñe en ser como otro: una forma de plagio de identidad que conduce a la simulación y al bloqueo de la originalidad.

Una de las invalideces del envidioso es su singular inhibición para la espontaneidad creadora. La verdadera creación, que es siempre, y, por definición, original, surge de uno mismo, cualesquiera sean las fuentes de las que cada cual se nutra. No en función de algo o de alguien que no sea uno mismo. Pues, en el caso de que no sea así, se hace para y por el otro, no por sí.

El tratamiento eficaz de la envidia cree verlo el que la padece, en la destrucción del envidiado (si pudiera llegaría incluso a la destrucción física), para lo cual teje un discurso constante e interminable sobre las negatividades del envidiado.

Su deficiencia estructural en los planos psicológico y moral aparece a pesar de sus intentos de ocultación y secretismo.

No sólo el sujeto envidioso es inicialmente deficiente en aquello que el envidiado posee, sino que el enquistamiento de la envidia, es decir, la dependencia del envidioso respecto del envidiado perpetúa y agrava esa deficiencia.

El envidioso acude para el ataque a aspectos difícilmente comprobables de la privacidad del envidiado, que contribuirían, de aceptarse, a decrecer la positividad de la imagen que los demás tienen de él.

¿Cómo conseguirlo? Mediante la difamación, originariamente "disfamación". En efecto, la fama es el resultado de la imagen. La fama por antonomasia es «buena fama», «buen nombre», «crédito». La difamación es el proceso mediante el cual se logra desacreditar gravemente la buena fama de una persona.

Hay que tener mucho, pero mucho cuidado porque realmente el verdadero objeto de la envidia no es en el bien que el otro posee, sino en el (modo de) ser del envidiado, que le capacita para el logro de ese bien.

Eso si: si alguien conoce algún tipo de mascarilla protectora, alguna vacuna, o cualquier norma de prevención para este mal, que me lo haga saber, porque de verdad, no quiero ser destruido por aquellas personas que sienten tristeza de mi bienestar.

4 comentarios:

  1. Hay hermano, te agradesco que tomara nuestra conversacion para publicar en tu blog, la verdad es que el bien estar de los demas es el mal de los demas, la naturaleza del hombre le pide que debe tener mas mejor que los demas, y siempre se pregunta, porque yo? porque el otro si?. es el fracaso del hombre.
    un abrazo y felicidades un buen comentario
    mayramar

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  2. Muchacho, que bien piensa, cómo reflexionas y cómo lo salpimientas con una sonrisa al final.
    Un besazo

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  3. Que bien, Tito, te felicito no estas flotando, tu si de verdad estas pisando tierra firme, tu escrito esta fenomenal, sin ningun despedicio. Le envie a Sonia tu pagina y me dijo, que esta asombrada, pues se nota que eres muy culto, que eres tremendo escritor, y que soy muy buenos todos los escritos que leyo desde un lugar del planeta, ( Alma Rosa), ADELANTE, TITO, quien te aprecia como una hermana,NELSY (THONIN).

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  4. Jajajaja...Que buena reflexion sobre la envidia, puedes escribir un libro!!!

    besos

    MF

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