Hace ya un tiempo que aprendí a vivir la vida por ciclos, para ello he desarrollado un censor natural que me avisa cuando tengo que hacer esos cambios de ciclos. Este aviso se produce de forma natural y sin ningún condicionante, y se manifiesta en momentos inesperados, por una conversación, soñando algo, por una reflexión, leyendo algún libro, viendo alguna imagen, viendo alguna película, en fin, en un momento Flashback que me dice: «Ey!! Atento, que ya se acabó un ciclo, hay que cambiar»
Desde ese instante se engendra en mi un proceso que implica la sustitución de algo viejo por algo nuevo. Está claro, estos cambios suelen estar cargado de connotaciones positivas y que pueden implicar algo tan simple como nuevos puntos de vista en algunas de mis convicciones, hasta algo más trascendental como el desapego radical de actividades, personas o hábitos y costumbres que me marcaban la ruta por la vida.
Muchas veces esos cambios los hago reforzándome con algunas técnicas para no debilitarme en ese proceso. De ahí que confieso que si alguna vez han visto que me rapo el pelo, que me dejo barbas, que me pongo lentillas de color para cambiarme el tono de los ojos; que por un tiempo visto con ropas de estilo clásico, casual o hip-hopero, o que me tiño el pelo de color rubio, etcétera, es que hay algo de eso, que algún cambio estoy experimentando, y por el hecho de verme “raro” cuando me miro en el espejo con ese cambio de apariencia, o también cuando alguien que está acostumbrando a verme encasillado en un estilo, se sorprende con el cambio de mi aspecto, esto me hará tener presente mi decisión de cambio.
Casi seguro que aquellas personas que me conocieron o me trataron 15 años atrás, no tendrán ni idea de la evolución de mis pensamientos, del desarrollo personal y de actitud que he aplicado en mi vida durante este tiempo, que como es natural, por esa pausa de tiempo, sus recuerdos hacia mi persona, estarán anclando en el tiempo que me conocieron.
Pero más que seguro, tengo la convicción que si esas mismas personas me vuelven a tratar en la actualidad, redescubrirán que en mi esencia sigo siendo el mismo, porque esa esencia es mi carácter, el temperamento que define mi personalidad, los componentes que consolidan cada día más mi identidad como persona y me dan el refuerzo que se transforma en los resortes que me lanzan sin temor para interactuar con el entorno. Todo esto lo resumo con un anglicismo, Mi Copyright ©
Voy a compartir con todos este bonito cuento que describe en algo el por qué no vivo la vida encasillado en lo mismo:
Érase una vez una pequeña ola que vivía muy alegre junto a otras olas, mar adentro. Le gustaba mucho saltar y disfrutar de la compañía de las demás olas. Tenía fama de ser alegre y divertida.
Un día unas corrientes marinas fueron desplazando la ola hacia la costa y, mientras se iba acercando a ella, nuestra ola se iba entristeciendo hasta llegar al desconsuelo. El hecho es que, durante uno de sus saltos, observó que las compañeras que iban delante suyo terminaban rompiéndose contra el acantilado, o bien desaparecían en la orilla de la playa fundiéndose con la arena; otras veces, debido al reflujo marino, eran desplazadas hacia otras costas.
Muy entristecida, la ola se volvió hacia su mejor amiga que jugaba intentando asustar a una bandada de gaviotas:
-Eres muy ignorante. Estás jugando y divirtiéndote y no te das cuenta de que dentro de poco, cuando la corriente nos lleve hacia la costa, desapareceremos para siempre y ya no nos volveremos a ver más.
Su amiga le respondió:
-Ignorancia la tuya, ola. Todavía no te has dado cuenta de que no sólo no vamos a desaparecer sino que estaremos juntas siempre, porque entre todas nosotras formamos este MAR que va y viene.
eso que dices lo he sostenido yo siempre...
ResponderEliminarbuen domingo
Muy bonita historia, pero al inicio estaba esperando ver una foto si es que cambiaste de look.
ResponderEliminarun abrazo.
mayramar