Me hizo gracia ver ese espectáculo canino porque por más que el perro se desesperaba e insistía ladrando, el otro no se inmutaba, todo lo contrario, se quedaba mirando a todos los transeúntes que le pasaban por al lado y les movía el rabo vigorosamente, como queriendo comentarles: «mira a este histérico montando el espectáculo y no se entera que yo no quiero bronca».
Era realmente de risas aquel cuadro. Pero yo tenía que seguir mi camino, y me quedé pensando que hice bien apuntándome en la lista por si finalmente se da lo de que cuando llegue al cielo, o al infierno, donde sea que me toque, para cuando tenga la entrevista, que vean que ya estaba apuntado para reencarnar como perro; de cuatro patas, eh!! que ya se que muchos pueden pensar que perro ya soy, jajaja.
De todas formas, como ya se de muchos que se han pedido también lo de reencarnar como perros, como el caso de mi querida MªA. que ya la veo en la lista, si no me aceptan como perro, en última instancia me pido ser búho.
Al final me quedé con la moraleja de esos dos perros, así que cuando me vea en la situación que alguien intente increparme, procuraré recordarme de ese panorama gracioso y pensaré lo mismo que quería decir aquel perro con su actitud pasiva antes las provocación del otro: «mira a este(a) histérico(a) montando el espectáculo y no se entera que yo no quiero bronca».
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